"Las hace callos"
“Las hace callos” no favorecían mucho la corredera por tal motivo recurríamos a ponernos una en cada mano, hundirlas hasta que estaban bien ajustadas en nuestras muñecas y correr descalzos. Otra era dejarlas a la orilla de la calle que era de tierra. También al correr las dejábamos regadas para poder ser más rápidos luego las pasábamos recogiendo.
Jugar béisbol y futbolito era nuestra rutina diaria. Cuando las pelotas caían en los techos de Columba o del señor Daniel nos hacían correr tirándonos piedras o palos, que abundaban pues la calle era de tierra y las empalizadas tenían palos secos, de cuando en cuando venía una cuadrilla del gobierno a echarle granzón a la calle. Por eso en las calles del barrio lo que sobraban eran piedras y los palos además salían de las astillas de leña de sus fogones o de la escoba de brusca que en los tobillos pegaban duro y picaba.
Pero cuando jugábamos la policía librada, la eres o el escondido, dejábamos a “las hace callos” en el poste que fungía como “tai’ y nunca faltaba un vago que las escondiera lanzándolas al monte.
Cuando ya estaban viejitas “las hace callos” perdían la punta y los dedos quedaban al descubierto a merced de las piedras del camino. También cuando estaba bien caliente el sol, no se podía correr descalzo, las condenadas se ponían aguaditas y el pie se metía todo por donde solo debería salir los dedos y entonces era una caída segura. Los “trompezones” eran fijos por eso casi todos los muchachos mudábamos alguna de las uñas. Ni que decir del pupú de los cochinos que criaban los vecinos y mi tía, siempre algún salao se embarraba y según y que es suerte pero esa clase de suerte no gusta mucho y para compartir con los amigos ninguno de ellos quería esa fortuna.
En épocas de la Cuaresma los viejos nos asustaban con los cuentos de espantos que salían en el barrio, el colchón, la llorona, los tres cochinitos, de los encalamucaos. en fin con miedo y todo salíamos a “echa vaina” en San Antonio, a que Paula Briceño, “inacia”, Graterol, la “quebrada”, la entrada, el zanjón o la plaza; teníamos un amplio abanico de opciones pero a la casa de Antonio Hernández que estaba sola no íbamos porque ahí y que salía el Diablo y vendían a uno.
En uno de tantos juegos me tocó correr a la casa vieja de los caraqueños que estaba abandonada y en ruinas pero cuando fui a “libra” y arranco a correr una de “las hace callos” se queda en el trayecto, logré librar pero en ese preciso momento comenzaron a llamarnos de nuestras casas para comer y entonces quedé solo para buscarla en esa casa que espantaban y de paso eran las doce en punto del mediodía.
Entro corriendo paso la mano a ras del suelo y el monte casi que con los ojos cerrados y bien asustado a ver si la pegaba y lograba agarrarla, me devuelvo con la misma operación y nada, entonces me dije porque no corrí “Pal sunsun de ahí pabajo” era más fácil buscarlas y ya estaría comiendo. De repente para ponerme más nervioso comenzó a “pelia” el diablo con la diabla, ahora yo jambriao y como pollo remojado pensando como le hago pa rescata mis “hace callos”.
Recordé lo que decían los viejos: muchacho vas a coger un pasmo, y eso de que los duendes y aparatos le escondían las vainas a uno, ahí fue cuando vi la uña e diablo y no joda procedí a amarrarle la chola al diablo, dos buenos nudos para que no le queden ganas de joderme más. Agarré ánimo y entré nuevamente en la casa vieja mientras escucho los gritos de una de mis hermanas llamándome pa que fuera a comer.
Y al fin, con los ojos aguaos y el corazón acelerado armado de valor la busqué bien y ahí estaba mi odiada “hace callos”, fue cuando dije:_no joda ahora le digo a mi papá que me compre unas alohas o unos "paseos" pa jugar, respiré aliviado y me fui a mi casa a comer las infaltables caraotas con pasta y café frío de la mañana con un buen vaso de agua fría Pal susto.
Y no les miento que en la noche mientras dormía soñé que alguien me decía que lo soltara que tenía mucho dolor. Despierto tempranito y antes de irme a la escuela fui donde la uña e diablo y le solté las cholas al compa.
Nota:
Las hace callos: son chancletas de goma también llamadas petroleras o de baño. Pero nosotros en el barrio la llamábamos así.
Pelea del diablo con la diabla:
Cuando llueve y el Sol está presente radiante.
Amarrar la chola al diablo:
Cuando no encontramos algo de procede a amarrar las rama de alguna planta hasta encontrar lo perdido.
Todo es tradición de los pueblos del Yaracuy y Venezuela.
Excelente. La idea es ir a pies para que no salgan tanto callo
ResponderEliminarJajaja, ya como que no se usan
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