EL GUAMECUYANO

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martes, 11 de octubre de 2011

relato: fui negado tres veces

Fui negado tres veces.
MIS ABUELOS
Respiro aun. A pesar de tantas veces que negaron mi respiración, lo hago con fuerza y normalidad. La vida se ha hecho mi amiga y en tantas ocasiones que me han negado la existencia ella mete el pecho diciendo: aquí está este muchacho respirando y seguro de que lo va a hacer por mucho tiempo.
En plena gestación mi madre fue la primera en negar mi existencia. Fue dura la cosa dentro de ella los primeros meses. Tome con fuerza lo único que tenia a mi alcance para aferrarme a ella las cuatro veces que intento, en complicidad de otras mujeres, lanzarme a la poceta. Ese ruido infernal me asusta aun. Ese rugir fuerte como de bestia salvaje pidiendo alimento, hace que dentro de mi pecho algo palpite con fuerza. Yo, más fuerte me afianzo de esa cosa que está pegada a mi barriguita y me enredo en ella para no salir del cálido ambiente donde estoy. A pesar de las presiones a las que soy sometido por mi madre, quien puja duro pero que va, expulsa por arriba para mi salvación. Entonces la poceta ruge, luego de comer el vomito que mi madre sin querer le ha lanzado. Y yo sigo respirando.
Seis meses esa bestia hambrienta me causo intranquilidad. Tres veces al día, hasta que comprendí que no era yo a quien mi madre quería dar como comida. Para que dejara de rugir la condenada poceta.
La segunda en negarme fue mi abuela, quien entre gritos y lagrimas enfrentaba a mi abuelo cada vez que intentaba hacerle una tal prueba de sangre a mi madre para descubrir no se qué misterio. Yo escuchaba todo pero cuando el, mi abuelo, hablaba no me aferraba al cordón que estaba en mi barriguita, me sentía seguro por alguna extraña razón. Tal vez porque mi abuelo era el único que no me negaba la respiración, él sabía que en las entrañas de su joven hija había un morador inesperado. Tal vez no deseado pero ahí estaba, respirando, clandestino e inocente.
Después el otro que negara mi respiración sería mi padre. El más cobarde de todos. Ya que huyo siempre de enfrentarse a mi abuelo. Quien había jurado darle su buena tunda de coñazos y hasta ahora lo he visto como seis veces, a pesar del parecido físico que nos une, hasta parezco un clon del coño e madre ese . No tenía ni siquiera tres meses respirando cuando ya había sido negado tres veces. Como al mismo Jesucristo lo negara Pedro antes de cantar el gallo.
Tal vez fue por eso que tome la iniciativa de salir de donde estaba antes del tiempo. Ya que entre tanta negadera, hasta yo mismo en mi precoz conciencia me preguntaba si en verdad existía, si en verdad respiraba o era solo una ilusión . Un ser de otra dimensión, un experimento secreto, un clon fabricado para donar mis órganos sanos. En fin no sé porque nadie me quería.
Eso, mas las constantes lloraderas de mi madre en las noches y cuando estaba sola en la casa. Era un gran problema al que ella sola se enfrentaba y me trastornaba mucho.
Ella pobrecita se tenía que calar los regaños de mi abuelo, cada vez que llegaba arrecho a la casa por lo que fuera.
Yo por mi parte no había nacido y ya odiaba a muerte a globovisión y a Chávez. Los causantes, casi siempre, de los peos que le formaran a mi madre. También yo escuchaba los comentarios mal sanos de vecinos, familiares y amigos que jocosamente lanzaban a mi madre. Ella acepto todo eso en silencio sin refutar nada y yo me agarraba del cordón que tenía en la barriguita con fuerza, respiraba.
Cuando tome la decisión de salir no era el tiempo todavía, pero ya no podía esperar más. Entonces en el hospital, después de varios días en ayuno mi madre pudo verme por unos segundos.
Al salir de donde estaba, los médicos ni siquiera estaban presentes. Yo solo tuve que hacer el trabajo de buscar la salida. Menos mal que algo brillante me mostraba el camino para salir y las primeras manos que sentí fueron las manos de mi madre, ella me atajó porque con el impulso que llevaba iba a parar al frio suelo seguramente.
Entonces le fui arrebatado, manoseado, maltratado y luego metido en algo frio y silencioso, lo que a los pocos instantes hizo que me arrepintiera de haber escapado de donde estaba tan cálidamente a buen resguardo por mi madre.
Afuera estaban mis abuelos. Cansados ya de estar tres días esperando, hasta que cuando acababan de decirles que estaban a punto de pasarla a sala de parto (a mi madre) viene otra enfermera a decir que ya había parido. Pidió que le dieran algo, que yo no sé que era pero estaba dentro de una maleta grande.
Y otra vez me niegan el derecho a respirar y de paso me deforman físicamente. ¡Si es verdad! Salió la doctora, la pediatra, la coño e madre esa, y le dice a mi abuela, que está muy emocionada por cierto, que no hay esperanza de que el bebe sobreviva. El niño tiene problemas respiratorios, los pulmones aun no maduran. Además que nació con una mano deforme y el pie derecho más pequeño que el pie izquierdo. Solo queda esperar dijo.
La sonrisa desapareció del rostro de mi abuela, ella se encargo de explicar las mentiras que le había dicho la pediatra a mi abuelo y tíos que esperaban por noticias. Bueno que se le va a hacer dijeron todos y se marcharon a la casa.
En esa cosa fría y sin sentimiento donde estaba, la luz era intensa lo que imposibilitaba mi sueño. Entonces lloraba mucho. Veía a muchas mujeres pero ninguna me era familiar, ni mucho menos amable, la indiferencia reinaba en ese lugar.
Dos veces al día solamente lograba tener a mi madre, pero las carceleras no permitían ningún tipo de afecto de ella hacia mí. Solo me llevaba el alimento y los pañales en donde expulsaba algo, que me hacía sentir un placer inusitado hasta no hace mucho inexplicable.
Hasta que al fin después de pasar días en el reten por ser malandro prematuro y de recibir más puyazos y drogas que cariño, me dan de alta. Pero con régimen de presentación pues cada ocho días debía regresar al reclusorio. Ya que los hijoe´putas seguían haciendo pruebas o exámenes en mi débil cuerpecito. Luego en mi nueva prisión todo era amor y mimos, con temperatura controlada las atenciones sobraban yo respiraba con más ganas y así fui creciendo.
De vez en cuando las gripes y tos me fastidian. A veces estítico pero que va, la pediatra se equivoco y bien bueno porque ni tengo una mano deforme ni un pie más largo que otro. Pequeñito si soy pero con una gran capacidad cognoscitiva o sea conocedor, tal vez sea un niño índigo. No indigente, indagador tal vez.
Yo solo soy consciente de lo que pasa a mi alrededor y eso me hace especial pero para mí eso es normal, todos nacemos con ese poder. Los que los mantenemos somos los que mantenemos el problema. Hoy digo mamá y papá para hacer felices a los mayores. Y cuando dije gol al principio todos eran extremadamente felices.
Hoy cuando digo gol todos salen corriendo a ocultarse, pues ya están cansados de jugar al fútbol todo el día conmigo y de aplaudir mis goles.
Mi abuelo, mejor dicho mi papá, es el culpable de eso por comprarme la pelota y en vez de ponerme a ver comiquitas me ponía a ver los juegos de fútbol, los del Barcelona de quien es fan. Tal vez quiera que juegue al fútbol.
Yo respiro y respiro ya nadie niega mi existencia. Algunos hasta dicen que soy un clon de mi padre, que somos igualitos, dos gotas de agua pues. Eso fue por negarme, así dicen, siempre que un padre niega a su hijo este sale igualito a él para desenmascarar su mentira y asuma sus responsabilidades.
Eso no me importa. Lo que no me gusta es que me escondan la pelota, con ella voy a todas partes, con ella duermo. Se preguntaran porque me gusta tanto patear la pelota, tal vez porque no puedo patear a todos los hijoe´putas que en mi corta vida me han jodido.
Por eso cada gol que canto es una batalla pendiente con la vida. Para que algún día pueda respirar tranquilo sin tanta presión a mi lado. Y no soy un clon de nadie. Voy a jugar fútbol porque el señor que dono su esperma nunca lo jugó, entonces deberán decir que somos parecidos pero iguales no. Ahora voy a hacer pipí, en el suelo porque todavía me asusta a la poceta…mamaaá.
Ah ya va un momentico, yo fui negado tres veces y no me llamo Jesús mi nombre es Fabricio.
Ahora si adiós. mamaaaá pipiiií


relato incluido en la antología MIS ABUELOS, del club de abuelos de Buenos Aires ARGENTINA 
MIS ABUELOS



FIN