La batuta y el
taladro.
El director Rodney levantó la batuta firme y apuntó al infinito,
el obrero tomó su taladro y miró hacia abajo. Comenzó la obra con un
violonchelo protagonista principal de una gran obra, el obrero con su taladro intentó a hacer su función en el techo
del museo que a pesar de ser ya las 6 pm. aún estaban laborando bajo un sol
ardiente negado a ocultarse, sin algunas
medidas de seguridad solo un mecate aferrado a su cintura y sin casco este
obrero entorpecía la función de apertura al año escolar 2017-2018. Me niego a
creer que ningún funcionario del museo se tomara la molestia de solicitar a los
trabajadores que pararan un rato y disfrutaran desde su vista privilegiada
desde el zenit la presentación de la Orquesta Sinfónica de la juventud Yaracuyana.
Dos obras nos presentaros estos jóvenes talentosos, presentación muy especial
para mi familia pues sellaba el comienzo formalmente de mi hija Paola como
integrante de la orquesta. El taladro, martilleo y las voces de los obreros
fueron causa de que en oportunidades en vez de mirar a la orquesta los
asistentes miraran hacia el techo y causa de que los músicos en vez de mirar al
director miraran al techo pensando en que compás entraría el taladro, el
martillo o la voz del obrero y en un pensamiento más jocoso o cruel en que compás caería o se quedaría guindando el joven trabajador. Hasta intencional
parecía la actuación del obrero, pues en algunos momentos de gran intensidad en
la obra sonaba el taladro o el martillo. La incomodidad de estar sentado una
hora en los escalones que fungen como asiento en el patio central del museo,
más el ruido del obrero y las interferencias de personas que entraban y salían
a las salas de la primera planta me hacían recordar al teatro Jacobo Ramírez y
sus cómodas butacas más el aire acondicionado, también me preguntaba por qué razón no se realizan
los conciertos allí; si hacen graduaciones e infinidad de actividades que
distante están del hecho cultural, no puede ser posible que los hacedores de
cultura pierdan los espacios ganados con sangre, sudor y lágrimas. La orquesta
se merece un espacio más digno para presentarse no es que el museo no lo sea, pero
están dadas las condiciones para que se interpreten grandes obras allí, la
orquesta tiene un gran nivel y se pierde el trabajo del director cuando hay
ruidos o interferencia de algún tipo, el teatro Jacobo Ramírez debe ser sede de
la Orquesta de la Juventud Yaracuyana, al obrero deben darle un aumento y pagarle sobretiempo por
estar guindado en el techo del museo con un calor infernal en horario no
laborable. Yo aplaudo el gran concierto, felicito al director Rodney Villamizar,
felicito a la orquesta y al obrero le digo que el taladro le sonó desafinado.
Guamecuyano soy, amo las artes y la
Cultura.
Suena el
taladro inconsciente
el director y la
orquesta
suena romeo y
Julieta
martillo
taladro y gente